30 julio

Una gran bienvenida

Después de una noche de descanso en un hotel, amanecemos en Bogotá. Tras el disgusto de no poder aterrizar en Pasto, nos vimos con la necesidad de pasar la noche en un precioso hotel en Bogotá. Sacando la parte positiva de las cosas, pudimos disfrutar de un día en la ciudad. Nos levantamos pronto para desayunar en el hotel y cogemos  dos taxis para poder ir a conocer el colegio de Manyanet de Bogotá. 



Nancy, la secretaria del colegio, nos regala un rato, y nos hace un recorrido por el colegio, que aprovechamos para poder entrar en alguna clase y poder presentarnos a los alumnos. Una de las cosas más diferentes  que pude ver en el colegio, fue que a la hora del recreo ponen música, me extrañó, ya que en España eso es impensable, esta gente tiene otra manera de vivir la música.


Después de la visita al colegio, aprovechamos para hacer una visita a la comunidad y ahí tomamos unos jugos,  y tenemos la oportunidad de probar unas frutas exóticas , que nunca había probado. Como el avión no lo cogíamos hasta las 15h, teníamos un rato libre, y fuimos a un centro comercial para poder comprar algunas cosas. Y de nuevo estamos otra vez, en el aeropuerto, con los nervios a flor de piel y la incertidumbre de si esta vez podríamos tocar tierra de Pasto.Y si, por fin, ese avión aterriza y ahí nos espera el padre Justo con cámara en mano ,con su amigo y el secretario del alcalde William.



Bonito recibimiento, que lo inmortalizamos con una foto todos juntos.


Nos montamos en los coche y salimos para Santiago que nos dirigimos con muchísimas ganas, ya que sabíamos que el día anterior , la gente del pueblo estuvo esperando nuestra llegada y no pudo ser. Queda poco para llegar al pueblo de Santiago de Putumayo, y ya se empieza a sentir un nerviosismo por parte nuestra, no sabemos lo que nos espera allí. Estamos a una calle de la plaza del pueblo, y nos encontramos con un pasillo de gente de todas las edades, aplaudiendo y con ganas de que bajáramos del coche para mostrarnos su cariño.


No se puede explicar con palabras todo lo que llegué a sentir, con todo ese amor que te muestra esta gente, me hicieron sentir especial, querida e incluso culpable por una parte , porque no me sentía merecedora de recibir todo ese afecto.

No podíamos contener la emoción, realmente fue un momento precioso e inolvidable. Cuando acabamos de abrazarnos y saludarnos con toda esa gente, nos pasan un micrófono y empezamos con las presentaciones, y trago saliva e intento agradecerles con palabras todo lo que sentía en ese momento.


Nos alejamos de la multitud y entramos en casa de justo, ahí nos esperaba una cena riquísima y por cierto muy abundante, nos creíamos que una plato era para compartir, pero no, esta gente tiene poco, pero todo lo que tienen te lo dan sin pensárselo. Y como no, en la cena no podía faltar el famoso Cui , una experiencia única, una cobaya que allí en  España la tenemos de mascota, y aquí la cocinan a fuego lento y a  la brasa, pero os tengo que confesar que no está del todo mal.



Disfrutamos de esa magnífica cena, y luego vamos a instalarnos a las habitaciones y a dedicar un rato de charla, todos juntos, para poder asimilar todo lo que habíamos sentido con ese recibimiento  tan especial.
Día intenso, con muchas emociones y feliz de poder estar aquí .

Atentamente

Sandra







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